Iniciativa ALECAR

Franquear esta puerta te adentra en el mundo de ALECAR. Todo lo que aquí leas puede causarte gozo, rechazo, sonrisas, indignación... Tú decides si quieres seguir adelante.

Si Stephen King y Peter Straub lo hicieron, nosotros también.

jueves, 15 de abril de 2010

7 - Necesito protección

Me despide Adelia que apoyada en la balaustrada de la escalinata. No pudo evitar que me fijara en el rosario al que se aferraba. Sus oraciones no son escuchadas en la noche de la finca... ni del bosque.

Al franquear la puerta de la verja un respingo de Haizun casi me hace caer. Supongo que el caballo, igual yo, fue acariciado por la levísima brisa de aire helado que de un golpe cerró la puerta tras nuestro paso. Aún con el latigazo del miedo recorriendo mi espalda me vuelvo y observo que por primera vez la puerta que franquea la entrada a la finca está cerrada.

El tiempo se echa encima y tengo que dar un rodeo antes de llegar al pueblo. Así, con el miedo metido en los huesos, un tembloroso Haizun y yo nos encaminamos a la taberna de Molly. Llegados a los pies de la Colina del Silencio salgo del camino. Necesito conseguir algo para mi reunión en el pueblo, algo que no se guarda en casa, mi cita está apunto de acudir.

En la noche cerrada la oscuridad del camino se transforma dentro del bosque. Aquí los árboles, que parecen cobrar vida, se burlan jugueteando con sus ramas. Forman sombras danzantes que a la luz de mi antorcha se reflejan en una bruma tan espesa que se puede cortar. Haciendo caso omiso a los quejidos de Haizun penetro en la niebla sorteando las ramas más bajas. Guiado por no se qué instinto llego, sin apenas ser consciente de ello, a un claro del bosque. No hay bruma. A pesar del profundo cielo negro sin estrellas ni luna no necesito la antorcha. Una claridad que no viene de ninguna parte permite ver dentro del claro del bosque. Unos metros más allá, entre los árboles, la bruma forma un espeso muro

Nunca he estado aquí. Recuerdo que cuando era niño he recorrido este bosque mil veces con el despreocupado afán de aventura que tenemos en la infancia. Cada rincón me es conocido, cada roca, cada sendero, pero hoy, sin saber cómo, he llegado a este lugar. Es como si el bosque, sabedor de mi reunión, hubiera preparado esta habitación hecha de bruma y cielo abierto.

Desmonto para observar el lugar. Sobrecogido, compruebo que como describía uno de los capítulos del misterioso libro de mi abuelo en el centro del claro hay un símbolo. Formada a base de guijarros una estrella de cinco puntas que encierra un pentágono en su interior. Todo ello delimitado por un círculo. Penetro en el centro del pentágono con cuidado de no pisar las piedras que forman la figura, no me gustaría romper el círculo protector.

Con lo pies bien plantados en el suelo, los ojos cerrados y con más miedo que otra cosa, recito las palabras que se describen en el libro de mi abuelo.

- Agión, Tetragram, vaycheen, stimilamato y ezpares, retragammaton oryoram irion erglión existión eryona onera brasin movn messia, soler Emmanuel Sabast Adonay -

Tras unos instantes de espera una luminiscencia nacida del suelo sobre el se forma la figura, inunda todo alrededor del círculo.

- ¿Quien eres? ¿Que motivo te lleva a sacarme de mi morada? -
- OH Señor de todas las cosas que no se ven soy ese que necesita protección, por ese motivo te invoco. -
- ¿Tienes algo que ofrecer? -
- Sólo dispongo de mi lealtad. -
- Entonces que tu lealtad sea lealtad eterna. -

Y dicho esto me vi caminando con las riendas de Haizun en la mano. Lo guiaba sobre el puente que da entrada a Ynys. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Haizun parecía sereno. Las campanas de la iglesia que eran testigos del paso del tiempo decían que eran las doce. ¿Era eso posible?