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martes, 13 de abril de 2010

6. Ynys

Me doy cuenta que el alba empieza a despuntar sobre el Monte de la Reunión cuando por fin acabo la lectura de tan misterioso libro. Son un compendio de cantos y rituales en diversos idiomas y distintas caligrafías. Entre los versos aparecen pequeños relatos de sacrificios, asesinatos y bacanales escritos en tinta roja con el mismo puño y letra que la letanía en la tumba de mi abuelo. Parecen los delirios de un loco. Lo más macabro que he leído sin duda. No aparece referencia alguna sobre fechas, lugares o personas. ¿Qué relación podrían tener estas historias con mi abuelo? y ¿quién sería ese misterioso C.P.B?

- Adelia, que preparen a Haizun. Marcharé al ocaso y pasaré la noche fuera.

- ¿Dónde va? Preguntó Adelia con preocupación al saber que cabalgaría de noche.

- He de ir a Ynys, me alojaré en la posada de Molly.

- Señor, ese sitio…

- Lo sé, Adelia, dije sin dejar que terminara de hablar. Sé que es peligroso, pero allí se sabe todo y tengo preguntas que necesitan respuestas. Por favor, que tengan el caballo preparado al anochecer.

La taberna de Molly está en la villa de Ynys, a un par de horas de camino a través del bosque que empieza tras la colina del Silencio. En la posada se reúnen gente de lo más variopinta de las comarcas alrededor. Delincuentes, proscritos, furcias, artistas, escritores, comerciantes, incluso de vez en cuando algún noble se deja caer para disfrutar de los más bajos placeres que allí se ofrecen. Vino, mujeres y opio.

Paso el día descansando a sabiendas que la noche será larga. A pesar de mi costumbre a trasnochar esta vez será muy diferente y me pregunto que me esperará allí. Necesito encontrar a alguien que reconozca las siglas de la dedicatoria. Estoy seguro que es la misma persona que escribió la letanía tras la lápida. Si pudiera encontrar al viejo enterrador seguro que podría ayudarme. El tuvo que tener algún contacto con ese C.P.B, al menos tuvo que verle en el entierro de mi abuelo Johan. Pero ni siquiera sé si aún vive.

Empieza a atenuarse la luz. Tengo que atravesar el bosque y, aunque la noche no es mi momento favorito para adentrarme por sus caminos, tengo que partir ya si quiero llegar a tiempo a la taberna. Mi caballo está listo y ensillado. Llevo todo lo necesario. Algunas monedas, mi cuchillo doble filo de 9 pulgadas de hoja, mi encendedor de mecha, mi querida pipa y algo de hierba para llenarla. También cargo sobre el lomo de Haizun unas antorchas para iluminarme camino a Ynys, pues el bosque es espeso y hoy es noche de luna nueva.

Sin perder más tiempo me despido de Adelia, que me repite una y otra vez que ande con mucho cuidado, no sin razón. Monto sobre Haizun, que resopla impaciente por salir. Aún parado saco mi pipa y la lleno rebosante de hierba. Con un golpe de estribos Haizun se pone en marcha y pongo rumbo al bosque al trote mientras exhalo el humo azul de mi pipa llena de verde.

...Kuurus

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